Ya estoy en la recta final de las vacaciones. Reconozco que este año me han venido especialmente bien porque han sido bastante tranquilas, a diferencia de otros veranos en los que no paraba ni un segundo porque pensaba que si no hacía cosas constantemente las estaba desaprovechando.
Aún así, he tenido un poco de todo. A principios de verano hice un viaje muy especial, he vuelto a Croacia después de 10 años. Me ha parecido muy curioso lo distinta que es mi vida y lo distinto que ha sido este viaje en comparación con el que hice cuando tenía 23 años. En aquella época Croacia era un país casi sin turismo que se recuperaba poco a poco de una terrible guerra civil, ahora las calles de las principales ciudades como Split o Dubrovnik están llenas de gente, de tiendas, de souvenirs y oficinas de cambio. La verdad, mucho menos interesante que cuando yo fui.
En aquel viaje mis cinco amigas y yo dormíamos en habitaciones de casas particulares que las propietarias (la mayoría señoras de 70 años) ofrecían en los puertos a los turistas que bajábamos de los barcos. Recuerdo la limpieza y el sabor de aquellas casas y la amabilidad de señoras humildes que te ofrecían lo poco que tenían de la mejor forma posible. Ninguna de nosotras estábamos casadas ni teníamos hijos, nuestra única preocupación era aprobar y pasarlo bien y la verdad que lo conseguimos.
Con la edad, y sobre todo cuando pasas de ser estudiante a trabajadora, es verdad que los viajes ganan en comodidades pero os aseguro que la ilusión de aquellos viajes con la mochila a cuestas no lo cambio por nada.
Aún así este año también ha sido un viaje diez, he disfrutado muchísimo de un barco maravilloso rodeada de amigos, y he conocido sitios en los que no estuve la vez pasada, de todos ellos me quedo con Korcula.
A la vuelta, cambio de 180 grados. Un año más he vuelto a Punta Umbría, he vuelto a convivir con 16 personas en la misma casa, a estar 24 horas en la arena, a disfrutar de los chiringuitos, de las cenas en la playa y de los conciertos junto al mar. He vuelto a no usar tacones en 15 días, a estar muy morenita, a disfrutar de primos, tíos y abuela durante días y días completos y, lo más importante, este año he visto a Carmen empezar a disfrutar de todo esto, que para mí es el paraíso.